Ensayos, Historia africanista

África: el por qué

Abro esta entrada con una pregunta que seguro su respuesta quedará inconclusa.

La pregunta, pasando en limpio, es por qué elegí África como objeto de estudio para el historiador (es decir yo) si podía haber elegido otros temas (y -ni hablar- la oferta es infinita al respecto). Pero la demanda de historiadores africanos en Argentina pareciera ser pequeña, entonces comienzo por ahí.

Dos disparadores de lo anterior.

Primero. Si nuestro país se dice «bajó de los barcos» y tanta investigación y difusión ha tenido hasta el momento el tema inmigración, por qué no centrarse en ver un nuevo fenómeno que viene pisando fuerte desde (al menos lo registro yo) allá por el año 2006 y tiene muchísimo que ver con los inmigrantes, en este caso los que vienen de África.

No es difícil darse cuenta, se ve en las calles, se observa con tan solo transitar dos o tres cuadras de nuestra ciudad. Aluvión de muchachos bastante jóvenes con oro hasta en los dientes, vendiendo todo tipo de anillos y colgantes. Sí, no son de Brasil, les pregunté, la mayoría vienen de Senegal, Nigeria, Malí (hasta me crucé con un haitiano). En efecto predominan los senegaleses, un vecino mío es de esa nacionalidad. Colocó el local de lo típico a lo que se dedican, la venta de artesanías. Le compré un lindo cofrecito, la idea es volver para seguir decorando mi casa.

A quien los vea les puede parecer simpático apreciarlos con su amabilidad y su buena predisposición para el regateo. Pero la realidad que se esconde detrás no es muy acogedora. Relatos de expatriados, de hombres que extrañan a sus mujeres, hijas, madres; como el que me transmitió mi conocido: hasta diría desolador.

Segundo: el asombro. No es por los africanos que veo en la calle, para mí ya es un dato más de la realidad. El tema reside en lo que farfulla detrás. Las realidades de las que ellos escapan son el motivo de mi asombro. Esas realidades que hay que ir deshilando de a poco.

El hecho de entrar en Wikipedia, el lugar más sencillo de Internet, «googlear» Congo y encontrarme con la expresión «genocidio congoleño» ya me hizo un hueco en la emoción.

Una de las imágenes del genocidio judío
(Huffington Post)

¿Cómo? ¿No era que el único genocidio había sido el judío? O que hace un buen tiempo Hitler preguntó quien era capaz de acordarse de las matanzas de armenios a comienzos del siglo XX a efectos de justificar lo injustificable. Ni hablar de Lol Pot, de las purgas stalinistas, de Manchuria en 1937. Es demasiado, pero el demasiado no me conforma. Sin ánimos de desmerecer esas barbaridades aludidas (perdón, tamañas barbaridades), me estremeció el impacto desoído de un proceso actual: ese que la Wikipedia (o su anónimo autor) tituló «genocidio congoleño».

Las cifras son contundentes: alrededor de 3.000.000 de muertos en República Democrática del Congo, un país centroafricano de enormes dimensiones, el segundo en ese aspecto del continente y que concentra insospechadas riquezas naturales, sobre todo mineras. Al punto que alguien lo denominó «escándalo geológico» y fue una observación perspicaz.

En pocas palabras, casi una decena de países africanos participaron en una guerra sabia e intencionadamente consensuada en su caracterización como «mundial», pero sin dejar de ser africana. ¿Ahora resulta que África es el mundo? Desde luego que no. El tema se presta a las sutilezas de nuestro lenguaje (o del francés, o del inglés, etc).

La «Primera Guerra Mundial Africana», tema que abordé en forma exhaustiva en mi tesis de licenciatura, es un ejemplo más de todo lo que quiero demostrar en este blog. La codicia como herramienta para imprimir su sello a la historia del hombre. Estuvo presente desde las guerras crueles y despiadadas que asolaron a los antigüos imperios del Cercano Oriente, en donde Estados o Imperios se repartían porciones de territorio barriendo todo lo que interfiriera en sus nuevos dominios; o (siendo historiadores del ahora) una guerra que dejó su secuela de casi 3.000.000 de muertos y oleadas de refugiados en toda África Central y que concluyó teóricamente en 2003 (o eso se dice según la lectura de los protocolos). Pero particularmente África Central hierve. Mis pensamientos también. No soy un cruzado humanitario, pero tengo mi sensibilidad por ciertos temas como éstos. Se trata y se trató de un gran negocio, hay que seguir deshilando el tejido de la trama de lo mundial para darse cuenta de la hipocresía de hablar de guerra «mundial» pero africana. ¿Se perdió lo bello en el lenguaje, la verdad o qué? Nada bueno, de hecho. Sigo.

La codicia y la muerte van de la mano; «genocidio congoleño», no me lo hubiera imaginado, pero fue así. Hay que encontrar la forma de denominar lo que está aconteciendo en varios puntos del planeta (o en su totalidad, aunque en una forma más velada) usando estos vocablos bastante académicos, pero que para mí no pierden sensibilidad a pesar de su impronta formal (y los cuestionamientos teóricos que se le puedan hacer por cierto más que válidos). Una vez más vuelvo a lo imanente, lo que no se ve a simple vista, lo oculto y que sin embargo condiciona todo (y que más oculto que en África Central). Con esta cuestión cierro por el momento.

Seguiré ampliando, y prometo copiar parte del trabajo en cuestión. Hasta entonces.

2 thoughts on “África: el por qué

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