Elecciones en Sudáfrica: ¿legado de Mandela en declive?
Alrededor de 28 millones de personas fueron convocadas a votar para la renovación de los 400 escaños parlamentarios de las nueve gobernaciones de Sudáfrica, el país conocido como “Nación Arcoíris”. El presidente Cyril Ramaphosa fue reelecto. Pero en el balance de la gestión del mandato hay más sombras que luces; una victoria pírrica.
El 29 de mayo se llevó a cabo una suerte de referéndum sobre las tres décadas en el poder del partido dominante, el Congreso Nacional Africano (CNA). Obtuvo resultados bajos tras una perfomance mediocre, sobre todo en lo económico. A esto se agrega un cóctel peligrosísimo de temas, como la inseguridad, servicios deficientes y corrupción. En suma, este balance negativo ha hecho descender el voto del ANC al 40,18% desde el 57,5% de 2019. Son casi 20 puntos de pérdida en un lustro, o peor si se compara al 62,15% alcanzado en 2014. Ahora, el prestigioso partido de la liberación sudafricana deberá integrar una coalición gobernante. Las negociaciones ya comenzaron.
La economía y sus pendientes
Más del 30% de la población sudafricana padece desocupación, que afecta sobre todo a los sectores más jóvenes. De 62 millones de habitantes, 18 millones viven en la pobreza y casi 30 millones dependen del asistencialismo y ayudas. En una palabra: Sudáfrica es el país más desigual del planeta. Según datos del Banco Mundial (2022), el 10% de la población retiene el control del 80% de la riqueza nacional.
Claramente las huellas del apartheid continúan vigentes. Si bien el sistema de segregación racial más oprobioso de la historia terminó —en un sentido jurídico e institucional— con la llegada al gobierno del ANC, entre abril y mayo de 1994, el mismo perdura en su dimensión socioeconómica. Es decir, las mayorías negras son excluidas de los beneficios que son retenidos por una minoría predominantemente blanca, como en el pasado. El criterio racial aún determina la estratificación social. No se ven habitantes blancos en los townships, las barriadas más populares y donde la miseria es muy visible.
La economía del país en 2023 solo ha crecido un 0,6% frente al 1,9% de 2022. El primer trimestre de 2024 registró una retracción del 0,1% luego de aumentar la misma cifra en el último mes del año pasado. En un país altamente industrializado, el sector de la manufactura fue el que más se derrumbó, en el orden del 1,4% restando 0,2% al crecimiento total del PBI. En este contexto difícil, la población sudafricana fue convocada a votar y, pese a todo, lo hizo con bastante entusiasmo. Aunque la calificadora Moody’s advirtió que la pérdida de la mayoría absoluta del ANC puede generar incertidumbre y obstaculizar la resolución de la crisis actual.
Inseguridad y servicios deficientes
Otro problema es la inseguridad. Las tasas delictivas de actos criminales violentos son particularmente altas en grandes ciudades como Johannesburg, Durban y Pretoria. La medición de Sudáfrica en el Índice del Crimen Organizado (2023) ubica a el país en el puesto 7 de entre 193 países, primero entre las trece naciones de África austral y tercero en el ranking continental. Según datos de la policía, más de 1,8 millones de casos de crímenes violentos fueron reportados durante el año financiero 2022/23, representando un 7,7% más respecto del período anterior. También aumentaron los crímenes derivados del accionar policial, calculándose un 11,8% de suba a nivel nacional al comparativo de igual lapso previo.
Otro ítem que afectó el balance del ANC fue la gestión energética. Sudáfrica es un país habituado a los cortes del suministro eléctrico. Una pésima administración y la corruptela han generado que la proveedora Eskom no brinde adecuadamente la energía. En 2022, la empresa —endeudada— comenzó a alternar cortes de luz espacialmente para prevenir un colapso total de la red energética y un apagón masivo a nivel nacional.
Sin embargo, al ser interrupciones del servicio anunciadas, el problema es que muchas veces la firma no respeta las programaciones. En definitiva, los cortes de luz complican el desarrollo económico, causando a diario pérdidas millonarias, y la posibilidad de combatir el desempleo. El load shedding, como se conocen localmente al corte de suministro, se ha transformado en un símbolo de la ineficacia del ANC. Constituye una crisis agravada a más de quince años de iniciada e in crescendo. Pese a que desde Eskom aseguran que el problema está resuelto y la crisis estaría desactivada, el escepticismo persiste.
Corrupción
En el Índice de Percepción de Corrupción de Transparencia Internacional (2023) Sudáfrica está en el puesto 93 de entre 180, descendiendo dos posiciones respecto de 2022. Es el quid de la cuestión, un argumento de peso en el descenso de votos al ANC, es el flagelo de la corrupción que carcome todo el tejido social. El caso más notorio involucró al expresidente Jacob Zuma, un histórico del partido electo en 2009 y reelecto en 2014. Debió renunciar en 2018 por una impresionante acumulación de casi 800 causas en su contra. A punto de ser sometido a juicio político por la plana mayor del ANC, presentó la renuncia. Este caso dividió profundamente a la agrupación, dañó su imagen y el procesamiento del exmandatario llevó a graves disturbios que sacudieron a la nación en 2021.
Resultados electorales
A fines de 2023, paradójicamente, Zuma se relanzó a la competencia electoral. Utilizó el caudal simbólico del ANC y presentó su propio partido: uMkonto We Sizwe (Lanza del Pueblo), el antiguo nombre de la agrupación armada contra el apartheid fundado en 1912. Esta escisión partidaria lastimó la capacidad electoral del movimiento de Mandela. Se posicionó en un sorpresivo y vertiginoso tercer lugar (si se considera su creación reciente), con el 14,58%. Le siguió otra facción desprendida del partido ganador, los Economical Freedom Fighters (EFF), con 9,52%. Julius Malema, exlíder de las juventudes del Congreso, fundó en 2013 esta agrupación tras su expulsión del anterior. Con un discurso bastante virulento y de formación marxista.
Ambos partidos le restaron 24% del voto a Ramaphosa y, entre los dos partidos, quedó en segundo lugar Democratic Alliance (DA), surgido en el 2000. Es liderado por el único candidato blanco de entre los más de 50 partidos que se presentaron. Si bien la participación fue del 58,64%, cayó unos siete dígitos respecto de 2019. Se trata de John Steenhuisen, que reunió el 21,81% del sufragio. Con ideas pro-mercado, responde a una agrupación de centroderecha que se alió a otras cinco formaciones para restar eficacia al ANC. Es la que más representa al electorado blanco y otros grupos minoritarios, si bien siempre tuvo ideas opuestas al apartheid. En su campaña también apareció la referencia a combatir la corrupción de la cual el ANC se ha convertido, lamentablemente, en un símbolo. Aducen desde el partido que ahora deberá compartir gobierno con su rival.
Mandela del pasado
En 30 años, el ANC perdió el gran prestigio que supo cosechar como el partido que logró la salida del apartheid vigente entre 1948 y 1994. En parte, se debe a que generaciones enteras nacieron luego de 1994 o eran demasiado jóvenes para recordar uno de los procesos más impresionantes de la historia: la descomposición de ese sistema. El recuerdo de la gesta del partido liberador les resulta completamente ajeno y la media de edad nacional no llega a los 30 años.
Publicado en:
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