La amenaza global: las nuevas guerras del siglo XXI
El avance del extremismo religioso, con el Estado Islámico a la cabeza, es uno de los conflictos en crecimiento , pero no es el único. Expertos analizan qué otros focos ponen en riesgo al orden internacional de esta era: la escasez de recursos, la desigualdad económica y la sobrepoblación, entre los posibles escenarios de violencia en un futuro no tan lejano.
Riesgos latentes
«El yihadismo no va a ser la mayor amenaza del siglo XXI pero seguramente, la más duradera», introduce Juan Battaleme, director de la carrera de Gobierno y Relaciones Internacionales de Uade, en diálogo con El Cronista 3Días. El siglo XX fue el más violento de toda la historia humana, con una cifra de 100 millones de víctimas, por lo menos. Si bien la primera década del siglo actual fue más pacífica que cualquiera del pasado, la pregunta estriba en si la presente centuria no superará los horrores de la anterior, entre guerras masivas y genocidios. «Es muy difícil predecir a largo plazo durante un siglo cuáles serán los potenciales conflictos y riesgos», advierte Gino Pauselli, especialista en Relaciones Internacionales e investigador en la Universidad de San Andrés (UdeSA).
En esta sintonía, a comienzos del siglo XX era muy complicado predecir que estallarían dos guerras mundiales, las cuales fueron novedosas y de un impacto tremendo, con al menos 70 millones de muertes. En todo caso, agrega el especialista, el avance tecnológico determinará cuál es el principal riesgo del presente siglo. Además, una alteración de la matriz energética pudiera generar conflictos insospechados. Por otra parte, en cierta medida lo demostró el siglo XX, no hay que perder de vista los ciclos económicos y las alteraciones resultantes. «Las crisis económicas determinan qué tan inestable o no podrá ser el rumbo», repara el investigador de la UdeSA.
Los riesgos para el orden internacional son diversos y se amplifican por la incertidumbre proveniente de un creciente número de actores en el sistema internacional y la interconexión entre las agendas que complejiza la toma de decisiones. Por un lado, existen las amenazas tradicionales como las militares y, por el otro, las nuevas como el terrorismo o el crimen transnacional organizado y otra clase como la sustentabilidad humana en un medioambiente cada vez más amenazado. «En el siglo XXI, las guerras tradicionales serán cada vez más relegadas por estas nuevas», opina Luis Schenoni, profesor de la licenciatura en Relaciones Internacionales de la UCA.
Recursos en juego
En 2013 el número de refugiados y desplazados en el mundo alcanzó un nuevo récord desde el término de la Segunda Guerra Mundial, con 51,2 millones, según datos del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur). Si bien buena parte de esta masa migratoria lo es producto de guerras y conflictos, también en la explicación debe sumarse el factor medioambiental. Si tuviera que hacerse un inventario de problemas acuciantes actuales que mañana puede generar serias penurias, habría tres infaltables en opinión de Schenoni: la superpoblación, el cambio climático y el analfabetismo. «Pueden darse muchos más movimientos migratorios ante un cambio climático extremo», sentencia Gustavo Sierra, analista internacional y autor de Sinaloa-Medellín-Rosario. A lo anterior se suman las fuertes desigualdades económicas entre la población, cuando las 80 personas más ricas del planeta tuvieron en 2014 mayor riqueza que el 50% más pobre de la población planetaria (3.500 millones de almas). Según Oxfam, una ONG que presentó un informe en ocasión del último Foro Económico Mundial de Davos, el año pasado los multimillonarios ganaron a razón de u$s 500.000 por minuto, mientras que en muchos países gran parte de la población sobrevive apenas con u$s 1 al día. De hecho, se van incorporando muchos más ricos al club, a ritmo acelerado desde que irrumpió la crisis de 2008. «A resultas de ello hay millones de niños sin trabajo ni estudio que pueden servir para alimentar nuevos conflictos», complementa Sierra.
La competencia por los recursos es un problema preocupante, advierten los especialistas. Los ecólogos se alarman porque los 7.000 millones de habitantes del planeta fuerzan el mundo más allá de sus límites, explica en su libro La cuenta atrás Alan Weisman, autor y docente de periodismo en EEUU. El caso del agua guarda relación con el calentamiento global y la presión demográfica sumará dificultades ante una eventual escasez. «La demanda estará centrada en las tierras fértiles y en los alimentos», pronostica Pauselli, y agrega que los recursos tal vez generen tensiones pero no conflictos como a los que se está acostumbrado, tales como guerras. El docente de la UCA hace memoria y señala que la competencia por los recursos naturales provocó conflictos en el pasado. «El petróleo durante el siglo XX figura entre las causas de conflictos diversos, como la Guerra del Chaco, Chechenia o Irak», enuncia. Nadie puede saber con precisión qué recursos serán valorados el día de mañana pero una traba al libre acceso sería una posible fuente de problemas. «Los recursos naturales en la actualidad y en los próximos años serán una de las cuestiones centrales en política internacional», augura Battaleme. A diferencia de los recursos naturales, los energéticos cuentan con la ventaja de poder ser reemplazados por las denominadas energías alternativas. Por caso, la eólica en 2014 batió récords aumentando un 40% a nivel global respecto del año anterior, según datos de la Asociación Mundial de Energía Eólica. «Desde 1970 que se viene augurando la llegada del pico de producción de petróleo y sin embargo se lo obtuvo de otras fuentes y el pico está lejos de producirse», resume el docente en Uade.
En la base de las advertencias sobre el agotamiento de los recursos yace otro tema no menor, la superpoblación. El mundo, en 2050, tendrá 10.000 millones de habitantes, según datos de Naciones Unidas y sólo le tomó 12 años pasar de 6.000 millones a 7.000 millones, explica Waisman. Tal vez no sea amenaza grave hoy pero, como la curva de crecimiento poblacional es exponencial y la tecnología no es suficiente para remediar las tensiones que genera, dependería de la evolución científica, por lo que el tema empieza a preocupar. «La dirigencia global no está respondiendo a estas cuestiones de forma cooperativa y efectiva», argumenta Diamint. Un exceso de población implica tensiones y Pakistán, por caso, entre los países de mayor crecimiento demográfico del mundo, ha triplicado su población desde la década de 1970 y posee una masa de jóvenes desempleados que convierte la zona en una de las más inestables del planeta, sumado a la existencia de armamento nuclear, citando un planteo de Weisman.
La población global tiende a ser cada vez más urbana, lo que aumenta la posibilidad de conflictos en esos espacios, coinciden los expertos. Al respecto, en la actualidad se cuentan 500 ciudades con 1 millón o más habitantes, observa el autor de «La cuenta atrás». «Todos los informes futuros acerca de escenarios de conflictos sitúan situaciones prolongadas de conflicto urbano», argumenta Battaleme.
Tercera Guerra Mundial
Mucho se habla del estallido de un gran conflicto como los dos que atormentaron el siglo XX. ¿Qué posibilidades hay de que esto suceda? Casi todos los especialistas consultados descartan el riesgo de una posible confrontación armada, al menos en el corto plazo. A lo sumo, como asevera Battaleme, se asiste a una nueva guerra mundial pero de baja intensidad, con etapas y jugadores distintos desde 2001, con la proclamada «guerra contra el terrorismo» que encabeza Estados Unidos con el apoyo de las potencias occidentales.
Sin embargo, respecto a posibles escenarios bélicos, quizás habría que detener la mirada en Asia. «En el siglo XXI. el conflicto más importante podría ser entre China e India, que buscan su posicionamiento como nuevas superpotencias», observa Pauselli, aunque Schenoni advierte sobre el riesgo de un fuerte choque entre China y los Estados Unidos por el predominio económico y militar. Al momento, el conflicto entre Ucrania y Rusia permite observar el incremento de las tensiones en lo que varios analistas internacionales denominaron el nacimiento de una nueva guerra fría. Nadie descarta la posibilidad de un nuevo gran conflicto, a fin de cuentas lo que dictamina los tiempos que corren es la incertidumbre, aunque el avance de los derechos humanos y de los acuerdos interestatales bien pudieran ser un resguardo, sostienen los especialistas.
Por su parte, a diferencia de los bandos constituidos en las dos guerras mundiales, actualmente no hay ejes definidos que permitan integrar grandes alianzas. Más bien se asiste a una situación en la que aproximadamente una decena de conflictos está focalizada en distintas partes del globo e incluso un problema como el narcotráfico desestabiliza Estados (ver recuadro). La apuesta de los líderes pasa por que los conflictos, hoy de baja intensidad, no escalen para evitar una confrontación más grande. «El detonante común a todos los involucrados va a ser el error de cálculo y los efectos no deseados de una determinada acción política», concluye Battaleme.
Drogas e impunidad
El narcotráfico es un problema global y genera violencia por doquier. Sólo en la ciudad colombiana de Medellín, este flagelo causó más de 23.000 asesinatos entre 1985 y 1990, sobre un total de 2,2 millones de habitantes en ese entonces, indica el analista internacional Gustavo Sierra. Actualmente, el cartel mexicano de Sinaloa, por ejemplo, cuenta con presencia en 85 países, incluyendo la Argentina. Los narcotraficantes buscan un sitio de bajo costo para sus operaciones y con ciertos vacíos del Estado en aquellas instituciones que pudieran contener el fenómeno. Nuestro país reúne ambas condiciones, asegura el especialista.
La Argentina importó 18 toneladas de efedrina en 2012, 18 veces más de lo que se necesita para la industria legal, según se desprende de una investigación de Sierra. En 2009, tras un gran operativo, se confiscaron 4.150 kilos de dicha sustancia. En 2010, se descubrió el cargamento récord de droga hasta entonces: 3.400 kilos de cocaína que eran enviados en contenedores con frutas de exportación desde Buenos Aires a España. En 2013 la «Operación Flipper» allanó en Rosario 2.000 litros de precursores, con los que se procesa la pasta base y se producen otras drogas como metanfetaminas, en una «cocina» con capacidad para producir hasta 100 kilos de cocaína mensuales. Un funcionario argentino estuvo involucrado y hubo que bajarle el tono a la noticia para no manchar a allegados del Gobierno. Santa Fe es epicentro de las bandas internacionales del narcotráfico, remarca el libro «Sinaloa-Medellín-Rosario».
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http://www.cronista.com/3dias/La-amenaza-global–las-nuevas-guerras-del-siglo-XXI-20150220-0011.html