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La crisis en el Mediterráneo. Una tragedia evitable

El mar que separa África de Europa se convirtió en una fosa común. Al menos 1.000 inmigrantes murieron en varios naufragios en los últimos días. Los analistas coinciden en que el foco del problema está en la descomposición estatal en los países de origen y que la solución no será fácil y demandará tiempo. El rol de la UE y la comunidad internacional.
Imagen del naufragio del 19 de abril

El domingo 19 de abril las cámaras dirigieron la atención al Mediterráneo, cerca de Italia, punto neurálgico de llegada de un creciente flujo migratorio proveniente de países extraeuropeos. Ese día, unos 700 infortunados perecieron tras el naufragio de la barcaza en donde se los trasladaba, según trascendió, luego de que el capitán decidiera hundirla. Algunas fuentes hablaron de 950 muertos y en Twitter comenzó a circular el hashtag #700esgenocidio. Días antes, otro barco naufragó y, con él, 400 migrantes. Ambas tragedias superaron con creces al fatídico naufragio en la costa de la isla italiana de Lampedusa, que concitó significativa atención internacional en octubre de 2013 y el comienzo de una reacción europea, junto a la creación de un plan de rescate, Mare Nostrum, de esfera italiana.
Detrás de estas desdichas, subyace la responsabilidad de las mafias que se dedican tanto a la trata como al tráfico de personas. El año pasado, el Mediterráneo alcanzó la cifra récord de casi 3.500 inmigrantes muertos y se convirtió, por lejos, en la zona más mortífera del planeta en tanto flujos migratorios. Para peor, este 2015, de seguir la situación así (1.727 fallecidos), se pronostica que, hacia fin de año, se habrán contabilizado 30.000 muertos. «Hablamos de una tragedia, pero esperable», sintetiza Mariano Aguas, analista internacional y profesor de la UP.

 

¿Contención?

En este desastre humanitario, como es calificado, entre otros, por Khatchik Derghougassian, profesor de la carrera de Relaciones Internacionales en la Universidad de San Andrés (UdeSA), la actitud de la Unión Europea es muy criticable. «Desconcierto, casi pánico y cortoplacismo», lista. En general, se ve al «sin papel» como una amenaza, de modo que el énfasis se coloca en la seguridad y la militarización, a partir de supuestas medidas de contención. El cortoplacismo tiene un problema de fondo: el desacuerdo entre los europeos frente a las responsabilidades para lidiar con una crisis inédita. «Europa está partida, en crisis, y a eso sumaría la pregunta de dónde caben entre 200.000 a 300.000 inmigrantes», agrega Aguas. Si bien la Operación Mare Nostrum rescató a 150.000 personas entre 2013 y 2014, se le puso término y fue reemplazada por una de fines más defensivos. Italia sufragó la primera y ya no quiso hacerlo. La Unión Europea no da una respuesta clara sobre sus intenciones y no escucha los reclamos de los países más afectados, como Italia. «Hay una tendencia de querer que los otros países se ocupen del problema», complementa Sybil Rhodes, analista en migraciones de CADAL.
Las autoridades europeas actuaron tarde y mal. «No hay una política clara emanada desde Bruselas», remata Patricio Dellagiovanna, profesor de la Facultad de Ciencias Sociales de la UCA. Lo paradójico es que se sabía de un problema inmigratorio inminente, pero no en las proporciones y cifras con que se presentó. «No se pusieron medios y recursos para evitar un aumento de los flujos migratorios hacia Europa», puntualiza el español Sergio Maydeu, analista internacional y editor del sitio de análisis político Passim. Si se habla de una política de contención, en realidad, se espera que no se inmiscuya tanta gente, intención para la cual recién se coordina un accionar en conjunto, aunque no predomine el consenso. Las posiciones están divididas y los más duros piden hundir las embarcaciones para cortar el negocio de las mafias. «Putin es del bando que promueve esta clase de ideas», advierte el docente de la UP. Las decisiones adoptadas tienden a convertir en un tema de seguridad lo que es un problema migratorio. «Aquí reside el error, cuando es básicamente uno de naturaleza humanitaria y de refugiados», lamenta Maydeu.

 

Sin soluciones rápidas

Tras el -efímero- impacto mediático del último naufragio, el más mortífero del que se tenga memoria en el Mediterráneo, el tema perdió actualidad, al menos en los medios locales y en España, dentro de una pauta de poco interés por las noticias internacionales.
En efecto; poco se insiste en que, desde el 2000, la cifra de muertos en ese mar es de 28.000 personas. Sin embargo, el Mediterráneo es el desenlace de un problema cuyo foco suele olvidarse. «El dato es la crónica, no hay análisis», afirma Aguas.
Donde menos se indaga es en la situación que lleva a miles a abandonar sus hogares y perecer en aguas distantes. Los medios no cumplen del todo su rol de informar y concientizar sobre la magnitud inusitada de esta crisis. «Inmortalizan vejaciones humanas sin el menor respeto por la dignidad humana», dice Dellagiovanna.
En este drama no hay que olvidar que no solo hay cifras, sino también vidas humanas, biografías, practicantes de religiones. Notorio fue el caso de 12 cristianos echados por la borda tras una discusión religiosa. La desesperación provoca ese horror.
El perfil del inmigrante es dejado de lado en la comunicación del tema. El afectado escapa del colapso político, social y económico de su propio país, como en países del África subsahariana y de Medio Oriente, muchos de éstos atravesados por conflictos armados, como Siria. «La trama de fondo es la descomposición estatal», explica Aguas y ejemplifica con los casos de Irak, el sirio y Libia.
Cuando el Estado no está presente, allí lo reemplaza la mafia. Los analistas coinciden en que se dejó que los países de tránsito se ocuparan de contener a los refugiados y migrantes que seguían las rutas migratorias actuales. Pero ahora los países de tránsito ya no están en condiciones de controlar sus fronteras, y Europa no los ha ayudado como debiera.
De hecho, Libia fue punto de partida de los naufragios más resonantes. «Se pasa la responsabilidad, de nuevo, a los países en tránsito», opina Maydeu.
La solución no está al alcance de la mano, hay acuerdo entre los expertos en que Europa debe destinar altas sumas monetarias en el desarrollo sustentable de los lugares de origen. Pero no sería una resolución breve. «Es una estrategia que demandaría cuando menos 20 ó 30 años», señala el docente de UP. España, al menos, abrió consulados y tramitó visas lo que favorece el contexto para la repatriación. Pero salvo esto, la mayoría se mueve en la aceptación de los rescates como forma de evitar más muertes. «La multiplicación de la vigilancia y los rescates parecen ser la única medida posible», reflexiona Derghougassian. Pero el gran problema es qué hacer una vez que son rescatadas las personas. «No hay soluciones fáciles, pero no por eso se debería caer en los extremos», finaliza Rhodes.

 

Peligro yihadista y migraciones
El Estado Islámico está siendo efectivo en sembrar el miedo en Europa, como lo probó en enero tras el mediático ataque en la redacción parisina del satírico Charlie Hebdo, mientras hace rato se instauró, demostrando muerte y destrucción, en los numerosos países ocupados, empezando por Irak y Siria. De peligros como su presencia huyen miles, así como de otros grupos islamistas, tales son los casos de Al Qaeda y Boko Haram. “Su único objetivo es escapar a las matanzas étnico-religiosas que todas estas agrupaciones provocan”, indica el docente de la UCA. Pero si Libia es el principal punto de salida de las corrientes migratorias, el Estado Islámico supo aprovechar la situación y amenaza con infiltrar integrantes entre los pobres desafortunados que se hacen a la mar. “Los servicios secretos están al tanto de la penetración islamista”, repara Aguas. En efecto, se advirtió sobre la posibilidad de un ataque en Italia con la posible llegada de camuflados, o bien con aviones robados portando explosivos o químicos. La distancia es corta y desde el norte de Libia a Roma hay solo una hora de vuelo. Pero la lejanía es diferente, cultural, y provoca efectos paranoicos en toda la Unión Europea. “No es tan sencillo el ingreso de inmigrantes cuando para muchos europeos esta camada representa la alteridad absoluta”, concluye el docente de UP.

 

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