El Cronista, Textos periodísticos y de divulgación

La lucha por subsistir en un régimen que agoniza

Al margen del histórico anuncio de reanudación de las relaciones entre la Isla y los EE.UU. tras más de medio siglo de enfrentamiento, el día a día de la mayoría de los cubanos es un constante desafío en el que conviven con la escasez, el peligro de derrumbes, la suciedad y hasta situaciones de miseria. El doble estándar de un sistema cerca del colapso.

 

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La cadena informativa venezolana Telesur señala que el bloqueo norteamericano le costó a Cuba, hasta marzo de 2014, la nada despreciable suma de u$s 116.800 millones, para una nación, en 2013, con un PBI de u$s 77.150 millones, per cápita de u$s 6.833 y con una participación regional de solo el 1,3% (CEPAL). El gobierno de La Habana, por su parte, culpa al “terrorismo” del país del Norte por casi todos los males de la economía insular. Desde 2004, las multas impuestas por los EE.UU. a entidades por mantener relaciones con la isla superaron los u$s 11.500 millones. Pero algo estaría cambiando en el fondo y, tal vez, dicha transformación repercuta en la superficie. El miércoles pasado, tanto el presidente de los EE.UU. Barack Obama como el octogenario Raúl Castro anunciaron medidas trascendentales: el restablecimiento de las relaciones diplomáticas (interrumpidas desde 1961) y el eventual levantamiento del embargo que también pesa sobre Cuba hace más de medio siglo, aunque por el momento éste se mantiene. Además, en abril, la VII Cumbre de las Américas invitaría a participar, en Panamá, a Cuba, país al que le estuvo prohibida su participación en ediciones anteriores. Finalmente, pero no menos importante, fueron liberados tres presos políticos cubanos en los EE.UU. a cambio de la libertad del estadounidense Alan Gross, hace cinco años detenido en la isla. Muchos cambios se dan en este ajuste que solo el tiempo dirá si se trata de una nueva etapa para una relación hasta hoy muy conflictiva y que repercute en la situación de la población, junto a otros factores.

La culpa no es solo del Norte

Quien camina por las calles de La Habana tiene la sensación de haber ingresado a una ciudad detenida en el tiempo: la propaganda política, través de grafitis y pósters con estética sesentista; los automóviles de origen soviético y las constantes referencias a las loas pasadas embeben la isla de un aire de nostalgia. No obstante, el día a día para sus 11,2 millones de habitantes es mucho más crudo que las utópicas noches de literatura, cigarros y mojitos que el imaginario social asigna a Ernest Hemingway, en una isla donde se estima que 40.000 cubanos la abandonan anualmente.

Gran parte de las generaciones más jóvenes, que prácticamente no tienen acceso a Internet ni pueden transitar libremente en la isla, no se llevan una buena impresión del régimen de Raúl Castro. El idealismo ya no funciona como la bandera que fue, tras 1959, luego de la derrota del gobierno de Fulgencio Batista. Con esta tónica comparte su impresión Lázaro, quien, con 60 años pero aparentando un cuarto de siglo más, cuenta que al comienzo apoyó a Fidel Castro y su propio padre fue veterano en la Bahía de Cochinos (1961). Pero los pasos seguidos, a partir de 2006, por su hermano y sucesor, lo defraudaron, mientras se lamenta por su magro sueldo. Como sereno de una sinagoga judía y un instituto educativo en el barrio residencial de Vedado, gana apenas 10 cubanos convertibles (CUC, unos u$s 10), un salario que a duras penas le alcanza para llegar a fin de mes. Como tantos otros, hace 10 años dejó de solicitar los artículos de la libreta de aprovisionamiento porque los productos distan de cubrir sus necesidades más básicas. “Apenas poco más de una libra de harina al mes”, rememora de la última vez que la solicitó.

La situación de este anciano se puede replicar. El CUC es la moneda turística, prácticamente inaccesible para el trabajador cubano promedio, excepto para quienes disfrutan de dos actividades que han crecido en los últimos años: el turismo (con diversidad de efectos colaterales, no siempre positivos) y las remesas de los emigrantes, que permiten acceder a un tren de vida impensable para la mayoría de la población. Entonces, para el cubano medio, los pesares no solo terminan en un sueldo escaso.

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La vida habitual para gran parte de la población es un constante desafío, conviviendo con la escasez, el peligro de derrumbes en muchas áreas urbanas, la suciedad y hasta situaciones de miseria. En el barrio de Vedado, uno de los más acomodados de La Habana, si el turista sabe orientarse, puede llegar al denominado “El Fanguito”, un barrio marginal, con casas de cartón, plástico y zinc, desprovisto de sistema cloacal y electricidad, y una población de alrededor de 1.000 vecinos siempre temerosa de que una subida del río Almendares no la tape literalmente.

En Cuba, estos asentamientos superan la centena y el gobierno desalojó por ser ilegales varios en La Habana, 23 en 2013, más varias viviendas surgidas a la vera de los grandes caminos habaneros. La población fue trasladada a almacenes y oficinas, aunque se denunciaron condiciones inadecuadas. Gran parte de la población de estos barrios insalubres la componen inmigrantes venidos del oriente de la isla, aquejados por similares problemas, que no los superan una vez llegados. Se instalan en más asentamientos precarios y se dedican a las actividades informales (muchas penadas por el gobierno), cuando no, lisa y llanamente, al delito.

Un sistema colapsado permite la proliferación de villas miserias y otros percances. La ineficacia estatal, el desaprovechamiento de los recursos y los vericuetos de una complicada red burocrática que, entre otras cuestiones, no da abasto para atender la delicada situación edilicia, son factores que explican el triste panorama. Jóvenes habaneros cuentan que en la Isla de la Juventud, que se preciaba de una gran industria camaronera y de langosta años atrás, hoy no tiene gran cosa que ofrecer, ya que las pesqueras multinacionales que operan en la zona se llevan los recursos y el Gobierno se muestra pasivo.

Déficit habitacional

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Resolver el tema edilicio, principalmente en la capital, es una deuda pendiente de los Castro. La infraestructura en barrios como Habana Vieja y la colindante Centro Habana es penosa y, pese a que aparece gradualmente el régimen de propiedad privada, la mayoría de las edificaciones no goza de reformas hace décadas y, en todo caso, es objeto de un precario mantenimiento. El número de derrumbes ha ido en aumento. Centro Habana tiene un promedio de 230 anuales. En 2012, hubo al menos diez muertos. Las viviendas que no se derrumban están colapsadas y en algunas conviven hasta tres generaciones. Incluso, los divorciados deben permanecer bajo el mismo techo por no tener adonde ir. En 2013, las autoridades reconocieron que el 12% de las más de 700.000 viviendas en La Habana está en mal estado. Hoy, 2,1 millones de habaneros conviven con el déficit habitacional. El Gobierno nunca cumplió la expectativa de construcción de viviendas prometida y los particulares menos, cuando solo una bolsa de cemento puede rondar los 15 CUC, parte considerable de un salario promedio.

 

Auge de la informalidad

“No lo hacen porque quieren sino porque la necesidad los empuja”, dice resignado un conductor del bus que conecta el recorrido entre un hotel cuatro estrellas de firma española y la zona habanera más turística. Se refiere a todo un ejército de desesperados y desesperadas que ejercen oficios informales varios, en donde sobresale la prostitución, fenómeno creciente en los últimos años y que ha llegado hasta emplear niños y niñas de 11 ó 12 años. Si bien la Revolución de 1959, en una de sus medidas más tempranas, prohibió la prostitución y la pornografía, hoy no puede controlar datos evidentes de la cotidianeidad que es el modus vivendi más fácil y lucrativo de muchos. Turistas blancos, hombres solos, viajan miles de kilómetros para buscar el beneplácito de alguna mozuela cubana, o de un joven.

En Cuba, existe el equivalente al taxi-boy. Muchachos que, sin ser necesariamente gays, buscan sexo pago con otros hombres, apuntando siempre a los turistas. Así es como bellos mulatos de ojos claros provenientes del oriente acuden a prostituirse del otro lado de la isla. El negocio es imparable y hay para conformar a todos. En las zonas más turísticas se lo ve a todo momento, y en las horas de la noche aparecen travestis y transexuales que durante el día no asoman porque sufren el acoso policial, como la comunidad gay. Una muchacha que recluta su clientela en las calles puede cobrar entre u$s 10 y u$s 15 por la compañía de un turista, y a cubanos entre u$s 3 y u$s 4, so pena para el extranjero de quedar expuesto a un peligro, si bien la inseguridad es un fenómeno muy poco frecuente.

Pero Cuba está cortada por tijera y existen dos sistemas: el turístico y el nacional, ordenados por sus respectivas monedas, y en donde los cubanos son los que pierden. En los hoteles de alta categoría, las cubanas tienen permitido el ingreso para buscar potenciales clientes extranjeros. Es la prostitución VIP, con precios mucho más elevados (por encima de los u$s 200). Pese a la intención del Gobierno de suprimir el peso moneda nacional, la doble economía se mantiene vigente.

El turista debe ir preparado para sufrir el acoso. De ello se aprovechan cientos de cubanos y cubanas que practican el jineterismo, es decir, vivir a expensas del extranjero aprovechándose de él: desde pedir en la vía pública hasta ofrecer tours y escaparse con el dinero sin cumplir lo pactado o ejercer la prostitución. Pero el cubano es hospitalario y amable, pese a que su humor, muchas veces, esté influenciado por las penosas condiciones en las que vive la gran masa de la población dentro de un sistema que linda con el colapso definitivo.

 

Economía paralela

Para un cubano medio adquirir electrodomésticos es utópico. Siendo un sueldo estándar de un profesional no mayor a 30 CUC, es difícil pensar en que un trabajador pueda tener con su remuneración mensual un plasma (unos 1.000 CUC). A menos que busque complementar su ingreso, está en un callejón sin salida, y así es como muchos abandonan su profesión para dedicarse a algo más lucrativo. No obstante, el pueblo está alfabetizado a pesar de que los libros de mejores ediciones se venden en moneda turística. Fuera de Cuba, se habla maravillas de su sistema de salud, pero muchos empleados del sector abandonan la isla por insatisfacción con sus salarios, sumado a la falta de insumos y maltrato a los pacientes, pese a que la isla tiene fama de formar en el extranjero, lo cual es cierto. Pero desde el “Período especial”, el sistema entró en declive. Internet es un sueño para el cubano medio y una ambigüedad más de un sistema socialista que reparte todo en igualdad.

 

Cronología de las relaciones Cuba – Estados Unidos

■ 1959
Inicio de la Revolución cubana. Caída de la dictadura de Batista. Rechazo de la Enmienda Platt. Una nueva era en las relaciones bilaterales comenzaba. En 1960 se inicia la rivalidad de Fidel Castro con los EE.UU.

■ 1961
Derrota norteamericana en la Bahía de Cochinos (Playa Girón). Declaración del carácter marxista-leninista de la Revolución y acercamiento a la URSS. Se interrumpen las relaciones. Inicio del embargo y bloqueo, tras nacionalizaciones.

■ 1962
Instalación de misiles soviéticos, desencadenante de la Crisis de los misiles. Retiro de los 42 misiles rusos. Embargo total de Washington a Cuba. En la década de 1970 y hasta 1984, la emigración masiva de cubanos por el embargo.

■ 1994
Crisis de los balseros. Unos 37.000 cubanos se hicieron precariamente a la mar para escapar a los EE.UU. En el 2000 hay una nueva crisis por el niño balsero Elián González en cuanto a la disputa por su custodia entre los padres.

■ 2005
Sucesión en Cuba. Llegada de Raúl Castro. En 2009 ocurre el encarcelamiento en Cuba del norteamericano Alan Gross. Obama facilitó las condiciones para que los cubanos residentes en su país viajaran a la isla, y el aporte de remesas.

■ 2013
Inicio de conversaciones entre ambos gobiernos para distender las relaciones bilaterales, con la mediación del Papa Francisco (el pontífice argentino) en Canadá.

■ 2014
Restablecimiento de vínculos diplomáticos, liberación recíproca de prisioneros políticos y otras medidas menores de distensión. Primera conversación telefónica oficial entre dos mandatarios, desde 1961.

 

Publicada en el suplemento 3 Días de diario El Cronista Comercial.

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