¿Llega la justicia a Burkina Faso? El caso Sankara
Retrato de Thomas Sankara. Fuente: https://es.m.wikipedia.org/wiki/Archivo:Thomas-sankara-dessin.jpg
A casi 34 años de la caída y asesinato del líder burkinabé, en abril Blaisé Compaoré fue imputado por la muerte del expresidente que revolucionó uno de los países más pobres del mundo.
Si se pregunta por la figura de Thomas Sankara en diversas latitudes africanas, se obtendrán respuestas bastante uniformes. Un revolucionario, símbolo nacional, ícono panafricano y un gobernante progresista a mediados de la década de 1980 que combatió la injerencia neocolonial y lo pagó con su vida. El 15 de octubre de 1987 un golpe militar, liderado por su amigo y compañero en el gobierno Blaisé Compaoré, lo derrocó y ordenó su asesinato, junto a una docena de sus compañeros, cadáveres enterrados en una fosa común.
Se cerraba un ciclo iniciado en 1983 con otro golpe militar que posibilitó la llegada del reconocido como “Che Guevara africano”, también apodado capitán Tom Sank. Un militar atípico que no abogaba por el uso de la fuerza, además de austero, ecologista y feminista, dando espacios considerables de toma de decisiones a las mujeres burkinabés, gentilicio atribuido al cambio de nombre dado al país, “tierra de los hombres íntegros”, en dos lenguas locales. El renombramiento del país obedeció a celebrar el año desde el inicio de lo que Sankara denominara la “Revolución Burkinabé”, el 4 de agosto de 1984. En ciertos modos, imitó el funcionamiento del modelo cubano, como en lo cotidiano al haber formado comités de defensa de la revolución, y tuvo como referente a Fidel Castro, entre otras figuras revolucionarias.
Un crimen y la búsqueda de la verdad
Desde el momento del fin del gobierno de Sankara, Compaoré le sucedió y gobernó, de la mano de su principal benefactor, Francia, por 27 años hasta que tuvo que huir del poder en 2014, tras estallar una asonada popular que reclamó su salida del gobierno invocando y recuperando la memoria del expresidente asesinado. En este proceso es imprescindible entender la presión del joven movimiento ciudadano Balai Citoyen (Escoba Ciudadana).
Por casi tres décadas Compaoré anuló toda posibilidad de investigación del crimen y obstaculizó diversas peticiones de la familia Sankara. Su muerte se trató de un delito que él mismo instigó pero declaró que no tenía nada que ocultar al afirmar que los hechos fueron conocidos. Se consumó junto al apoyo francés y el de otros aliados regionales, como el del marfileño Félix Houphouëut-Boigny quienes consideraron a Sankara una molestia al denunciar la trama de la dominación extranjera no solo en África. A casi una década de ocurrido el crimen, la viuda, Mariam, junto a sus dos hijos, quien busca justicia por su marido, presentó una denuncia ante la justicia local alegando falsedad en el certificado de defunción, en donde se lee “muerte natural”. Pero esa causa abierta se perdería en los vericuetos del sistema judicial del país africano, lo que llevaría a elevar un pedido que trascendiera Burkina Faso, llevando el caso a las Naciones Unidas en el marco de la Campaña Internacional Justicia para Sankara (CIJS). El Comité de Derechos Humanos de la primera, en abril de 2006, dio la razón a la solicitud y exigió al Estado burkinés aclarar lo ocurrido en 1987. Sin embargo, dos años más tarde este Comité cerró el caso, sin investigación y con gusto a poco, en dos decisiones: el pago de una indemnización a la familia de la víctima y el compromiso de precisar y mostrar el lugar del entierro del grupo asesinado hace más de 30 años. Disconforme con este resultado, la familia del difunto siguió buscando caminos de justicia y verdad.
Pese a estos pasos poco alentadores, en los primeros meses de 2015 comenzaron los trabajos de exhumación de los restos del líder desaparecido en 1987 y el de sus seguidores. En octubre de ese año siguió su autopsia, realizada en Francia, que reveló la muerte producto de una decena de disparos recibidos en varias partes del cuerpo si bien se duda que el cadáver analizado fuera el de Sankara y el de sus compañeros. Una nueva autopsia se repitió en 2016, en España, tampoco con seguridad sobre su identidad y algunas dudas que prosiguieron. También la exmetrópoli, desde Burkina Faso, fue instigada a investigar su presunta participación en el complot que eliminó a Tom Sank, cuando en octubre de 2015 un juez burkinabé formó una comisión para presionar a París.
Esos fueron los pasos principales en la vía para allanar lo que le sucedió a uno de los líderes panafricanistas más importantes y de destino trágico como el congoleño Patrice Lumumba, siendo Sankara una figura tal vez más celebrada en África que Nelson Mandela. En efecto, la tumba del ícono africano, profanada en julio de 2011, es un lugar de peregrinación en la capital del exalto Volta, Ouagadougou. Pero faltó apuntar a la culpabilidad de Blaisé Compaoré y otros involucrados en el delito. El mandatario derrocado en 2014, de allí en más, gozó de un exilio de lujo en Costa de Marfil, amparado por Francia. Otro dato clave, su esposa es marfileña.
En años recientes
En Abidjan, compaoré adquirió la ciudadanía marfileña y recibió la protección del presidente Alassane Ouattara, quien aseguró que no entregaría a ningún ciudadano a la justicia internacional. Eso obedece a que sobre el expresidente burkinabé recayó un pedido de captura a finales de 2015. Ese año fue tumultuoso en Burkina Faso. Un golpe militar en septiembre y un gobierno de transición sucedido por la elección de Roch Kaboré como presidente de Burkina Faso (y reelecto a fines de 2020), sin embargo, no impidieron que este Estado tambaleara en su voluntad de continuar la investigación del caso Sankara pese a la actitud del Ejecutivo francés y el marfileño. A propósito, el pasado 15 de octubre, en un nuevo aniversario de la muerte de Sankara, los abogados de su familia informaron al tribunal militar competente que estaban reunidos todos los elementos de prueba para llegar a la verdad y poder inculpar a Compaoré y sus colaboradores como autores del crimen cometido.
Como podía anticiparse, el exmandatario, depuesto tras una asonada popular en octubre de 2014, a mediados de abril pasado ha sido imputado por dicho tribunal, con sede en la capital burkinabé, de varios cargos, incluyendo el asesinato de Thomas Sankara y el ocultamiento de cadáveres. Fue inculpado junto a Gilbert Diendéré, su “brazo derecho» y una docena más de personas. Este último fue responsable del golpe mencionado de 2015. El juicio todavía no tiene fecha de inicio y el órgano interviniente reabrió la investigación en febrero de 2020 tras recibir archivos desclasificados franceses. Entonces, Burkina Faso a la espera de la redención de su ícono martirizado.
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