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Mozambique, ¿una gran promesa africana?

Valió la espera. Días atrás partió el primer buque con gas natural licuado (GNL) de Mozambique. Hace una década se anunció el descubrimiento de importantes yacimientos gasíferos offshore en la región del norte del país de África austral, Cabo Delgado, desde hace cinco años asolada por un conflicto que ha dejado un saldo de más de 3.000 muertes y no menos de un millón de personas obligadas a huir de sus hogares, entre otros graves perjuicios de un drama que amenaza con extenderse a espacios vecinos.

La explotación del recurso citado, sumado al aprovechamiento de los rubíes, siendo la zona más rica del mundo en ese sentido, generó muchas apetencias y disparó el conflicto actual. Conocida como “la maldición de los recursos”, una problemática de la cual África conoce numerosos ejemplos, Cabo Delgado no es la excepción entre florecientes regiones cuyos recursos son aprovechados, pero excluyendo, en su amplia mayoría, a las poblaciones que habitan esos territorios. La población local está sufriendo la violencia, resultado del afán de aprovechamiento del gas y de los rubíes.

La multinacional energética de bandera italiana, Eni, se colocó a la cabeza de la explotación del GNL coordinando el conjunto de un conglomerado energético compuesto por varias empresas del rubro, entre las que destacan la estadounidense ExxonMobile y la CNPC (la corporación estatal petrolera china). Estas tres firmas controlan el 70% del holding, con una inversión que alcanzó los US$ 7.000 millones y con una capacidad de producción estimada en unos 3,4 millones de toneladas anuales de GNL.

En 2017, desde Eni anunciaron el lanzamiento de lo que hoy es el proyecto Coral Sul, una imponente plataforma marítima cuya construcción demandó varios meses y debió lidiar con las interrupciones producto de la irrupción de la pandemia de Covid19. Actualmente, la instalación marítima cuenta con 432 metros de largo, 66 de ancho y un peso calculado en 220.000 toneladas. Se trata de una verdadera obra colosal de ingeniería que puede generar hasta 1.000 puestos laborales. Constituye la primera instalación flotante del mundo establecida sobre aguas profundas, apartada varios kilómetros de la zona del conflicto, desde la cual se accede a seis pozos subacuáticos y con capacidad de dragado de hasta unos 2.000 metros de profundidad marítima. En el diseño y construcción de la embarcación pesó mayoritariamente la labor de la muy conocida empresa surcoreana Samsung.

El lugar de Mozambique

El hallazgo es promisorio, se trata de una de las principales reservas de gas descubiertas en África en momentos en donde la obtención de energía a nivel mundial se halla en un nivel más que crítico producto de los efectos de la guerra en Ucrania. Meses atrás se anunció que Cabo Delgado ya estaría produciendo y exportando GNL en la segunda mitad de este año. Este objetivo ha sido logrado.

Además, fue noticia recientemente que el presidente mozambiqueño, Filipe Nyusi, anunció con mucha alegría el envío del primer barco con GNL a Europa, por parte de la firma BP, de origen británico. Se espera que este avance logre posicionar a Mozambique entre los países con mayor generación de gas a nivel global. Se cruzan varias claves. La explotación y el traslado en manos extranjeras, una zona que no garantiza del todo la seguridad para concretar con éxito la operatoria y ciertos desperfectos en la administración local.

Sobre lo primero, solo el 10% de la posesión accionaria del holding pertenece a la empresa nacional del sector del país africano. Esto genera interrogantes acerca de si será posible una nacionalización que rinda dividendos fronteras para adentro, cuando se sabe que la explotación de capitales extranjeros en su mayoría redunda en ganancias que no son aprovechadas a nivel interno.

La seguridad en la región es fundamental. Si bien la operatoria conjunta de la SADC (la sigla de la comunidad de Estados de África meridional), más el apoyo portugués y ruandés, ha logrado retrocesos para las milicias terroristas conocidas como Shabab (que no son las mismas de Somalía aunque comparten nombre), siguen infringiendo daños a la población civil. Hay que recordar que antes de la pandemia la firma Total había suspendido sus actividades en Cabo Delgado al constatar que no estaban dadas las condiciones mínimas de seguridad y que habían sido atacados objetivos de esta multinacional energética de origen francés. Es decir, mientras los recursos no sean aprovechados internamente, el descontento social es el combustible que utilizan estas milicias islamistas para cooptar y crecer.

En tercer lugar, en 2016 se destapó la olla de escándalos de corrupción en los que estuvo involucrado un Ministro de Finanzas mozambiqueño, un hijo del expresidente Armando Guebuza y otras personas. Se trató de la creación de empresas fantasmas en relación a la explotación de la zona del hallazgo gasífero, y el pedido de préstamos fraudulentos para financiarlas. En general, la corrupción está muy presente en las tramas estatales africanas y se habla de las mismas como evidentes trabas al desarrollo.

En un país siempre dependiente del apoyo crediticio internacional, la ventilación de esos episodios produjo como castigo la suspensión de ayudas a Mozambique, lo que repercutió en forma negativa en una nación que aún hoy, y pese a todo lo mencionado en este artículo, se cataloga como una de las más pobres del mundo. ¿Podrán el gas y los rubíes, sobre todo, revertir este historial?

 

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https://www.elsoldecuautla.com.mx/analisis/poliescenarios-mozambique-una-gran-promesa-africana-9248882.html

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